Halloween, los dulces y los niños

Tres cosas  casi que inseparables… Además sabemos que una de las razones por la que los pequeños esperan esta festividad, aparte de lucir sus “espeluznantes” disfraces, es para saborear incontable cantidad de golosinas.

No es que estoy en contra de celebrar Halloween, lo que me preocupa mucho es la cantidad de azúcares refinados a los que se exponen los niños.

Mi recomendación es que dosifiquen la cantidad y permítales comer solo ese día y el siguiente. Los demás pueden botarlos. Aunque suene extremo, no sirven y no le hacen ninguna falta.

Hay información científica que sugiere que la ingesta de azúcares refinados, en cualquiera de sus formas, provoca inflamación en el cerebro, por lo que hay una menor oxigenación y es uno de los motivos por lo que los niños no paran de moverse, pues el cerebro le envía señales al corazón para que lata más rápido y bombee más sangre para alcanzar su nivel de funcionamiento normal, lo cual, obviamente, se traduce en la hiperactividad del niño.

Ojalá pudiéramos hacer una campaña para entregar alimentos saludables durante el “Trick or Treat”.

¿Qué opinan?